«Al oeste del Edén»: no todo lo que brilla es glamour

La periodista Jean Stein realizó un brillante retrato coral de las miserias de las más poderosas familias de Hollywood.

Al oeste del Edén, por Jean Stein. Anagrama, 2020

 ES inevitable, ante la lectura de este libro -construido como una historia oral en una fórmula no muy alejada a la de Svetlana Alexéievich-, que lo primero que venga a la mente es la vieja película de Billy Wilder ‘El crepúsculo de los dioses’, un retrato gótico, violento e inquietante de las miserias de Hollywood. Jean Stein, editora de la’ Paris Review’, realiza un habilidoso montaje narrativo a partir de un enorme mosaico de voces –en el que a veces puedes perderte y para lo cual vienen en tu ayuda unas notas biográficas finales–, sobre cinco familias de Los Ángeles, cuando la ciudad destacaba no por ser el crisol de culturas y etnias de la actualidad sino un oscuro Camelot de personajes poderosos y a menudo monstruosos hechos a sí mismos que lograron riqueza y fama para los suyos al tiempo que los destruían.

Stein sabe de lo que habla. Acaba el libro retratando a su propia familia, ya que su padre fue el fundador de la Music Corporation of America, una importante empresa de comunicación que englobaba música y televisión. La autora cumplió también  el trágico destino de algunos de los personajes de lo que escribe, arrojándose a su vez de un rascacielos de Manhattan, a los 82 años y poco después de la aparición de este libro en 2017.

Voces como las de Lauren Bacall, Warren Beatty, Joan Didion, Jane Fonda, Frank Gehry, Dennis Hopper, Naomi Klein, Arthur Miller, Stephen Sondheim y Gore Vidal destacan entre el centenar de testigos, pero no todos son famosos. Stein se pasó 20 años de su vida entrevistando a mayordomos, peluqueros, artistas plásticos y escritores y todo tipo de familiares que se lanzan sin vergüenza al chismorreo o se delatan esquinadamente en sus análisis de la realidad.

Señores feudales en mansiones de mármol 

La mayor parte de las historias están marcadas por patriarcas todopoderosos como señores feudales mansiones imposibles de mármol, enormes jardines y campos de golf. Como Edward Doheny que sobornó al gobierno mexicano para hacerse con depósitos de petróleo y cuya figura inspiró la de Daniel Day-Lewis de  ‘Pozos de ambición’ y que en sus últimos años soportó el  oscuro doble asesinato que acabó con la vida de su primogénito y el secretario de éste. Un crimen que obsesionó a Raymond Chandler y que trasladó a su novela ‘La ventana alta’.

No menos infame resulta Jack Warner, director del estudio Warner Bros., un matón ignorante que destacaba por ello incluso en los limitados estándares de Hollywood. Su hijo Jack Warner Jr. lo describía así: «Era como ese hombre que lucha por llegar a la cima de la montaña y cuando la alcanza, deja rodar las rocas porque quiere bloquear el camino y que nadie más pueda subir». Junto a él David O. Selznick resulta algo más ilustrado, el magnate estuvo casado en segundas nupcias con Jennifer Jones, cuya trayectoria matrimonial es una obra de arte autodestructiva.