LA pintora Marcia Schvartz presenta por estos días en la galería Vasari su serie «Infierno», una muestra que remite lejanamente a los cantos de la «Divina comedia» de Dante Alighieri con veinte obras que participaron en una retrospectiva previa en Neuquén y otras de reciente autoría.
En «Infierno», que se presenta hasta el 11 de diciembre, se exponen un total de veinte obras, 13 pinturas y 7 objetos de distintos materiales. La serie fue parte de una retrospectiva que se realizó en el Museo de Bellas Artes de Neuquén en 2019. En esa oportunidad, se exhibieron 80 obras correspondientes a esta serie que data de 2017/2018 junto a otra denominada «Tren fantasma». La retrospectiva se llamó «Del tren fantasma al infierno» y se inauguró en mayo de 2019 con curaduría del artista Eduardo Stupía, con quien se conocen de la Escuela de Bellas Artes «Manuel Belgrano».
«El Infierno de Marcia Schvartz es puro presente, un Real actual y contemporáneo, un amargo temblor de la conciencia, la revelación de algo inhumano que no tiene forma, esencialmente irrepresentable; un obstinado dolor que atraviesa el espíritu», dice Stupía en el texto escrito para la muestra en la galería.
Los títulos de las obras ilustran esta suerte de pertenencia: «El ojo» (2017), «Maculopatía degenerativa» (2018), «Canto ottavo. Spirito Bizarro» (2018), «Canto terzo. La barca» (2018), «Canto Ottavo. ‘¿Quién es este que sin haber muerto va por el reino de la muerte?», que refleja un rostro sobre un azul eléctrico y un sol rojo en la lejanía; «Desciende tal vez a este fondo del triste abismo alguien del Primer círculo, que sólo tiene por pena la pérdida de la esperanza»; «El psicoanálisis. Con rabia roía el cráneo por dentro y por fuera» (2018); «Ángel negro» (2016-2019) y «Kakuy» (2020). Entre los objetos de cerámica y estaño, piedra, yeso y otras materialidades figuran «Reverberando», «Espejismo», «Piedra», «Cerro» y «Ondina».
Las obras se referencian en otros relatos e imaginería y se presentan reconfiguradas con la impronta particular de la artista. Sus temas habituales están presentes: la pérdida, los fantasmas, cuerpos y fragmentos, autorretratos, también la exploración con los materiales y las técnicas mixtas, el fuego y lo alquímico.
Siete siglos separan a Schvartz del autor de la «Divina Comedia», Dante Alighieri (Florencia 1265, Rávena 1321). La muestra no ilustra el Infierno en torno a los pecados capitales del imaginario religioso católico, que se nutren a su vez de otros imaginarios. Incluso esos seres vengativos que no perdonan, persiguen y castigan -porque es su destino- a Orestes en la obra de Esquilo (Grecia), son las mismas y distintas erinias que la artista recrea desde su propia mirada sobre el mundo.
Irreverente, con una risa contagiosa y sin asomo de hipocresía, la pintora -como le gusta que la llamen- Schvartz (Buenos Aires, 1955), en diálogo con Télam cuenta sobre la exposición, sus temas y sus ganas de seguir produciendo.
Para la artista, exponer las obras de esta serie en Buenos Aires es muy importante «porque acá es donde expongo tradicionalmente», expresa y agrega: «es cerrar un ciclo, aunque lo que siga haciendo esté emparentado con aquello, porque en toda mi obra encuentro una continuidad», sostiene.
– ¿Qué significa tomar el escrito del Dante?
– Marcia Schvartz: Tengo varias pinturas anteriores que también trabajan sobre este tema, por ejemplo las erinias, que son bichos medio infernales que aparecen en la «Divina Comedia», pero también aparecen en la Odisea, son bichos mitológicos. En el Museo de Arte Románico de Barcelona (España) las representaciones de unos ángeles negros, serafines, llenos de ojos -en sus alas- me parecieron fascinantes. Se fueron entrelazando las cosas. Cualquier serie para mi, es empezar con una cosa y después continúa. Siguen apareciendo imágenes. Hay cinco obras nuevas, objetos y «Kakuy» que son de este año.
La muestra no es una ilustración de la «Divina Comedia», no tiene esa pretensión para nada. Hay algunas pinturas que tenía y les encontré el título en la «Divina Comedia». Como las Erinias, que son trabajos de 2003 y 2004. Son muy interesantes, son furias, muy femeninas, furias de la venganza, siempre me gustaron y ahora seguí con eso y también con una serie de suicidas. Encontré el título «Su único pecado es haber perdido la esperanza» y lo puse en italiano porque sonaba más lindo.Es una excusa. Son muy fuertes de color, como alucinaciones.
-¿Cuál es la travesía de Marcia en este Infierno?
-MSCH: como todos nosotros, remándola. El año es muy pesado no solamente ahora con la pandemia sino desde antes. Fueron años bastante densos y tenía muchas ganas de pintar todo eso, toda esa impotencia también. A veces empiezo con una cosa y eso se va hilvanando y a veces no, queda un cuadro y años después lo retomo. Hay cosas que las tengo pendientes, por ejemplo los objetos que están en la muestra, había algunos que los tenía pensados hace años. Los objetos son parte del infierno. Son infernales. Trabajé con distintos materiales quemando con fuego, estaño, cuarzo, cambié el uso de todos esos materiales, tiene algo alquímico.
– ¿Cómo es crear en este contexto 2020?
-MSCH: Raro, muy raro. Los cuadros grandes ya los tenía pintados, lo que más hice son los objetos. Hay gente que conozco que está trabajando a lo loco. Al principio tuve una euforia de que iba a poder trabajar tranquila. Después te empieza a agarrar la incertidumbre del futuro; pero ya veía que estaba todo denso, antes de este año. No es algo que me asombró, si la forma en que se manifestó. Pero estaba todo muy sin perspectiva. Siria, Bolivia, los naufragios de la gente tratando de escapar (en el Mediterráneo), cosas medio horripilantes, el macrismo. El macrismo para mí fue una pesadilla.
– ¿Proyectos?
-MSCH: Me puse a hacer cerámica de nuevo, así que estoy entusiasmada. Hace años que no hacía. Me encanta la arcilla, modelar. Proyectos, siempre tengo cosas pendientes. El tema es tener la energía para hacerlo. La muestra me para un poco, pero también me gusta mostrar lo que hago.
– ¿Cuál es tu mirada sobre el arte y el «ecosistema artístico»?
-MSCH: No tengo idea. Cuando empezó la pandemia creía que se iban a la mierda todas las bienales, me puse contenta: ya no se puede viajar. ¿Viste que tenés que ir a la Bienal de Tokio y de ahí a la de Estambul y eran todas unas curadoras que se pasaban viajando y llevaban en la valija la famosa banana (la obra «Comediante» del italiano Maurizio Cattelan)? Se fue a la mierda todo eso, qué suerte. Pero ahora no sé que vendrá. Aparentemente no cambiaron mucho las cosas. Hay como un hartazgo de las cosas, como la sorpresa, el arte relacionado con la sorpresa, tipo cotillón, como novedad.
La pintura es interioridad. Tiene que ver con el mundo interno. Como dijo alguien, el artista es como una ventana a un mundo secreto al que entrás. Y esto de la novedad, al final termina siendo eso: la banana o la calavera con diamantes, boludeces atómicas, no sé, será eso, por mí que hagan lo que quieran.
Fuente: Télam